La jungla tiene sus propias reglas, y como dice el dicho, quien no conoce su historia está condenado a repetirla. Esto parece ser el caso de Disney, que en el pasado produjo secuelas de sus clásicos animados como Mulan 2, las continuaciones de Aladdin y The Fox and the Hound. Aunque Maleficent logró tener una secuela, la mayoría de las adaptaciones live-action de Disney no habían explorado esta ruta… hasta ahora.
Mufasa: The Lion King nos narra el origen de Mufasa, desde sus días como huérfano hasta convertirse en el rey de la sabana. La película mezcla elementos de las secuelas animadas de The Lion King, recordando en particular a The Lion King 1½, al usar a Rafiki como narrador de la historia, esta vez contándosela a Kiara, la hija de Simba y Nala.
Aunque puede ser una propuesta controversial, considero que esta precuela es innecesaria, aunque curiosamente supera al The Lion King original en términos de narrativa y actuaciones. Inspirada en una obra de Shakespeare, la historia combina tragedia, amor y traición, logrando un drama más profundo. Sin embargo, como precuela, resulta algo predecible al intentar colocar las piezas clave que conectarán con el filme anterior.
El elenco incluye a Aaron Pierre como Mufasa, Kelvin Harrison Jr. como Taka, Tiffany Boone como Sarabi, Mads Mikkelsen como Kiros, el villano, y John Kani como Rafiki, el narrador. Cada uno hace un trabajo sólido con sus personajes, elevando la historia con sus interpretaciones.
Uno de los grandes problemas del filme es su estilo visual hiperrealista, que limita la expresión emocional de los personajes, un problema que ya se notaba en The Lion King (2019). Además, la banda sonora es decepcionante, con canciones que carecen de impacto, especialmente “Bye Bye”, que destaca como una de las peores en un musical de Disney. Esto sorprende aún más al saber que Lin-Manuel Miranda, conocido por éxitos anteriores, estuvo detrás de la música.
Aunque algunos pueden disfrutar esta película, la considero aburrida a pesar de su mejor narrativa y elenco. El estilo visual y la falta de energía en la banda sonora no conectan bien, y dudo que sea del agrado de las audiencias más jóvenes, para quienes está principalmente dirigida. Bajo el sistema de Like o No Like de Yo Soy Un Gamer, este filme se lleva un No Like.