Resident Evil: Village – Reseña

Luego de jugar el remake de Resident Evil 3, siempre tuve la curiosidad de jugar otra entrega de esta serie. Algo de la promoción de Lady Dumitrescu, digo Resident Evil Village, me estaba llamando como el canto de una sirena a los pobres marineros. Así que aquí está mi opinión sobre este videojuego.

Esta montaña rusa de emociones nos trae el regreso de Ethan Winters, viviendo con su familia en Europa después de los eventos de Resident Evil 7: Biohazard. Chris Redfield, ahora con otro nuevo rostro, trata de llevar a los Winters a un lugar más seguro. Sin embargo, la hija de Ethan es secuestrada por la familia de Miranda, quienes tienen habilidades bastante particulares. Ahora, Ethan busca a estos seres para recuperar a su hija.

Este videojuego es una montaña rusa de emociones donde la pasarás genial matando criaturas y hombres lobo en una aventura muy entretenida. Te asustarás porque ser perseguido por la mujer alta parece sexy y atractivo, pero no lo es. Las diferentes batallas contra la familia de Miranda traen diversidad a la historia. En una ocasión, luchas contra un sapo enorme, luego contra un hombre lobo gigante y después contra zombis mecanizados. Estoy interesado en la dirección que tomará la serie ya que se siente como el fin de este capítulo.

Todos los personajes son interesantes y fascinantes. La familia de Miranda tiene una relación bastante intrigante, que revela poco a poco las personalidades de sus integrantes. Lamentablemente, Ethan Winters, quien literalmente no tiene rostro en esta ocasión, es el personaje menos interesante del videojuego.

Me tomó cerca de 10 horas terminarlo en la dificultad estándar y fue una de las mejores ofertas disponibles, ofreciendo un poco de acción y sustos que me obligaron a tomar pausas cuando jugaba. Tengo ganas de volver a jugarlo con el New Game Plus y pasarlo lo más rápido posible. No importa si eres o no fanático de Resident Evil, este es un videojuego que tienes que jugar antes de que acabe el año.

Escrito por

Persona del año 2006 por la revista TIMES.

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